viernes, 4 de septiembre de 2009

creer o no creer... ahá!


A pesar de los discursos políticamente correctos (“dar al César lo que es del César”, etcétera), entre ciencia y religión siempre ha habido pugna.

La ciencia busca conocimiento confiable sobre el mundo; comprobable, que se acepte no por la autoridad de quien lo dice, sino por lo convincente de la evidencia y los argumentos racionales presentados. En ciencia, es fundamental entender cómo se sabe lo que se sabe.
La religión, en cambio, se basa fundamentalmente en la fe. Sobre todo las religiones teístas (que creen en un Dios personal, creador y controlador del mundo), que cuentan con revelaciones divinas en forma de libros, profetas y demás líneas de comunicación con el mandamás universal. Cualquier discusión se zanja, finalmente, recurriendo a la “palabra de dios”, en la que hay que creer por fe, sin que tenga caso cuestionar cómo se sabe lo que se sabe.
Por eso, aunque abundan los esfuerzos conciliadores (como los del papa Ratzinger, quien declara que “ciencia y religión no se contraponen” o que “la fe y la razón son amigas”, o los de un fallecido biólogo, el cual no recuerdo su nombre, quien proponía que se trataba de “ministerios separados”: mientras no invadieran sus respectivos terrenos, no habría problema), basta abordar temas donde la naturaleza humana entre en cuestión anticoncepción, aborto, eutanasia, clonación, células madre, derechos de homosexuales para que la guerra se desate.

El exámen de los usos del lenguaje nos enseña, además, que hay dos tipos básicos de acuerdo y desacuerdo: sobre los hechos o creencias y sobre las actitudes. El acuerdo o desacuerdo sobre los hechos o creencias se refiere, desde luego, a los hechos; si algo sucedió, ha sucedido, o sucederá, o no sucedió, no ha sucedido, o no sucederá; si algo es o no es; si existe o no existe; o si algo pertenece al mundo de la realidad o pertenece al mundo de la ficción. El acuerdo o desacuerdo sobre las actitudes se refiere a la valoración de los hechos en términos de estados de ánimo; si lo que sucede o no sucede, ha sucedido o no ha sucedido, nos agrada o nos desagrada; si aprobamos o censuramos que algo sea de un modo o de otro; si deseamos que algo exista o deseamos que no exista.
Pregunto: ¿Qué tipo de desacuerdo tenemos creyentes y ateos acerca de la existencia o inexistencia de Dios? ¿Es un desacuerdo de creencias y actitudes? ¿Sólo de creencias? ¿O sólo de actitudes?. Estos cuestionamientos son importantes, porque cuando la resolución de un desacuerdo es nuestra meta, debemos ante todo definir dónde o en qué radica el desacuerdo.
Precisamente los desacuerdos entre ateos y creyentes ilustran muy bien el grado en que las creencias y actitudes pueden estar enmarañadas o enzarzadas. Al parecer entre ateos y creyentes no hay un acuerdo ni siquiera sobre el tipo de desacuerdo que tenemos. Esto se debe a que los caminos de la credulidad y del ateísmo están más curvados, llenos de baches y piedras de lo que ambos, creyentes y ateos, quisiéramos suponer. Las Cruzadas es un buen ejemplo de que quienes transitan por los carriles de la credulidad tienen sus propios desacuerdos en creencias y actitudes, y pueden llegar a colisionar, a cruzarse de frente, digámoslo así, con las funestas consecuencias que todos conocemos. Los carriles de los caminos del ateísmo son al parecer más anchos ( nunca se han manchado de sangre), pero a no dudar entre los mismos ateos también existen desacuerdos de creencias y actitudes.

( Encontre por ahí trozos de pensamientos, para mi importantes, que no están demás mencionar. El primero, es una reflexión de Einstein, donde declara que el camino de la ciencia “ no es tan confortable ni tentador como el que conduce al edén religioso”, podría pensarse que incluso las mayores celebridades científicas y quienes criticaban de manera enfática la creencia en dioses, no dejan de reconocer que algo de atractivo podían tener en sí mismas esas creencias; y el segundo escrito, es de Sagan, quien llegó a manifestar que, “me gustaría creer que cuando muera seguiré viviendo, que alguna parte de mí continuará pensando. Sin embargo, a pesar de lo mucho que quisiera creerlo y de las antiguas tradiciones culturales de todo el mundo que afirman la existencia de otra vida, nada me indica que tal aseveración pueda ser algo más que un anhelo”... )

Estoy segura, queridísimo lector de mente abierta, que comprenderás la diferencia entre lo que nos gustaría creer y lo que podemos creer con seriedad. ¿Qué sería fabuloso contar con la protección de ángeles guardianes?... Pues, digamos que sí. Pero, ¿y qué con eso?. Hay situaciones donde viene al caso preguntar sobre diferencias de actitudes o preferencias, y casos donde no cabe esa posibilidad. Preguntar acerca de actitudes sobre la pena de muerte, o sobre el derecho al aborto, tiene sentido porque los mismos hechos de donde se derivan las actitudes en cuestión, son susceptibles de ser creados, modificados o eliminados por la voluntad humana. Tiene sentido preguntarnos o discutir si somos partidarios o no, del derecho al aborto, porque las respuestas o conclusiones que arrojen esos cuestionamientos pueden ser base para decidir sobre los hechos, es decir, en este caso, por ejemplo, decidir si el aborto debe ser— y en que circunstancias— legalmente prohibido o instituido. Pero puesto que los ateos afirman la inexistencia de dios, puesto que afirman que ofrecer penitencias, rezar o desear una vida en el más allá no cambia la realidad para nada, ¿qué caso tiene andar conjeturando sobre si prefieren que existan o no ángeles y dioses, sobre preferencias que no van a verse, a fin de cuentas, reflejadas en ese mundo real en que vivimos?
Por supuesto, todo esto nos conduce a más preguntas. ¿ A que se deberá que los creyentes puedan creer en lo que les gusta o les gustaría creer, y que en cambio los ateos no puedan creer sino en lo que puedan creer? ( me explico? ). La respuesta está en los hechos. Es decir, el único desacuerdo genuino entre ateos y creyentes es sobre los hechos, y en esto no hay lugar para malos entendidos: Los místicos mantienen que Dios existe realmente mientras los ateos sostienen que Dios es un ser imaginario (y bueno, estos últimos hablan de un ser que no existe, pero hablan de Dios...).

...Bueno, en realidad el tema da para muchas preguntas de las cuales demasiadas quedarían sin respuesta, creo...

En otra entrada extenderé más de lo que pienso, sin ofender ni pasar a llevar cualquiera de las dos posturas ( espero no haberlo hecho!!! )

1 comentario:

  1. jajaja pa mi ese es en verdad un tema... y creo q tengo muchas más preguntas que las q planteas aca... en verdad es atrozzz (como dices tu)

    veo que aca encontraste un espacio pa escribir (yo ya lo utilizo hace mucho =)) a si q muy bien, poq ahora tengo a alguien mas a quien leer =)

    lo q si... tus textos muy largos, como este, lo tengo q leer de pedazos, poq el fondo negro, con letras blancas me mata jejejej por eso lo leo por parrafos (doble cuek)

    un beso, nos vemos
    chau

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