lunes, 27 de septiembre de 2010

¡Así es la cosa!


No creo en la posibilidad de que la falta de tiempo y/o ganas, sean un factor determinante para leer mis líneas. Sí creo, sin embargo, en el efecto del equilibrio y, por ende, en la puntualidad de tiempo-espacio que se ocupa al 'gastar' unos minutos en reflexionar lo que escribo.
La mayoría de las veces, redacto pensares tan largos que, a más de alguno, le ha dado por leer sólo el primer párrafo o bien, saltarse grandes reglones para hacerse una idea general del asunto. Obviamente, hay quienes se detienen en cada parte para comprender, analizar y tratar de ponerse (en alguna medida) en que punto de mi vida me encuentro. Agradezco eso. Es una compañía virtual necesaria a falta de la presencial.

No he tenido buenos días... hace ya mucho.
He sonreído todos los días y, a la vez, más de un miedo.

Si hay un hilo conductor de mis historias, no hace falta redactar el cómo-cuándo y/o por qué he tenido estos episodios desagradables. No obstante, si añadir en que necesito el abrazo de quien no es un escéptico y sí del que cree lo increíble. Deseo el apoyo de quien siente y/o ve lo que yo siento y veo. Quiero hablar un mismo lenguaje con una persona o al menos, ser escuchada con el entendimiento de que hay más de lo que consideramos 'realidad'. ¿Es mucho pedir?... espero que no.
'Especial' he sido considerada por personas que poseen ciertas cualidades o bien, con los estudios indicados sobre el tema y que los tratan de arraigar fehacientemente. Sin embargo, 'bicho' o 'rara' eran mis términos hacia mi (valga la redundancia). El límite entre ambos conceptos se hallan, siempre, en un hilo mínimo de separación y por ello, la mayoría del tiempo, tiendo a caer en el polo que 'no debería': me siento una completa extraña y espécimen. Lamento leer lo que escribo, pero las circunstancias diarias me hacen tomarlo de esa forma, sintiendo constantemente un anhelo a saber que no sé nada, a saber que puedo dormir tranquila sin sentir escalofríos y/o sin despertar con la esencia de un sueño que es, en definitiva, lo que ocurre sin que mis ojos y oídos sepan.

Siento, y es lo que más me duele, que estoy sola en esto.
Me duele recordar las siguientes palabras de mi guía (por llamarla de alguna forma): 'Lamentablemente, serán muchas las veces de soledad y ese, será el karma que tendrás que llevar. Lo especial que eres, te hace única y ser así, es no encajar con los prototipos de sociedad'.

No lo hallo justo y lo más irónico, es que lo entiendo.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Es, simplemente es...


Ayer fue un día que empezó con dolor y terminó en la dicha de la buena compañía de mi 'bro'.

A veces, lo inesperado suscita acontecimientos necesarios y saludables para salir de la rutina y practicar los pensamientos en agradables pláticas de la vida. Por ende, me es casi inevitable mencionarles una frase del maestro Ignacio y que me ha dado vueltas en mi cabeza sin descanso: 'La vida es lo bueno y también lo malo, y esa ambivalencia es lo que la hace tan putamente hermosa'.

Esos polos, son los que me hacen analizar situaciones y llevarlas a un plano tan mundano como sea posible. Cada emoción, pensamiento o estado de la mente, posee una intensidad y movimiento de oscilación. Según principios herméticos, el negativo precede al positivo. Sin embargo, en ninguna circunstancia, significa que haya que 'pagar' por el buen vivir. Por el contrario, 'el placer es la oscilación rítmica' originada por un grado de dolor previo, en la vida actual o anteriores. Esto habla de un equilibrio de la balanza... si se posee una cosa, falta otra. Todo tiene sus agradables y desagradables, lo negro y lo blanco. Es decir, el ser humano es capaz tanto de gozar como de sufrir, siendo estos polos equilibrados por un principio de compensación que actúa por vidas enteras satisfaciendo, continuamente, una equidad de las problemáticas en la sucesión del tiempo.

Si pienso aún más, podemos deducir que todo comienza a tener una razón de ser... perfecta. Hasta la tristeza más desconsoladora tiene su origen y fundamento, existiendo irrefutablemente el otro punto de oscilación del péndulo que puede sacarnos la sonrisa que tanto deseamos. Por desgracia, muchos de nosotros caemos (sin mayor condena) en un círculo vicioso de un buen momento a otro diametralmente opuesto, entendiendo que el poder de la mente (pensamientos y emociones llevados a palabras y acciones) es capaz de neutralizar en nosotros dicho estado negativo y hacer que el movimiento de la 'ola' no nos arrastre hasta un oscuro pasar. En otros términos y simplificando lo anterior, citaré:
'Estamos en un río; Sabemos los 'tiempos' donde los caudales aumentan y el clima es un condicionante; Entendemos que estando inmersos, el destino es único... un camino y un sin fin de hechos acuáticos que ocurren a cada instante. Sin embargo, en esa travesía ineludible, existen esas ramas, hojas y/o lienzas que se esconden en las orillas de estas rutas, aquellas que 'permanecen en el movimiento' atentas para ser agarradas por alguien. Ese 'alguien', es capaz de detenerse, respirar, observar y analizar posibles rutas laterales para una llegada a un próximo destino. Esta persona, es capaz de neutralizar procesos sin detener el movimiento, surgiendo huellas tangibles a seguir sin un descontrol: Se dirige junto con la corriente, pero sumergida en una alternativa esperanzadora y revitalizante que permite continuar sin mirar atrás.'

Creo que cada vez se deben hacer estos pensamientos y recordatorios más parte de mi vida y de quienes leen estas líneas. No son disparates o estupideces. Por el contrario, son más fuertes y reales de lo que se imagina. Es lo que pasa, exactamente igual, con lo que se piensa y expresa. Existe un efecto de causa inmediato que repercute en nuestro alrededor. Los hechos, son el resultado de un pensamiento y sus consecuencias son el producto que DEBE SER, de acuerdo a lo que uno pide y/o desea. No hay cuestionamientos en ello, más allá de que ese resultado nos sea agradable o no.
Los efectos SON, y simplemente así es. TODO ES, porque así hemos querido.

martes, 21 de septiembre de 2010

Lloro por ti


Aún no he podido encontrar el color más hermoso que he visto. Es un azul extrañamente eléctrico, poseedor de leves destellos blancos y que convierten una franja de dos colores en una mezcla precisa de belleza. Emanaba en medio de un sueño. No me quedé callada y dije lo que veía. Rodeaba toda la piel y yo, quedé con la sensación de saber que sería un recuerdo inolvidable.
Será el color más hermoso, porque no es mío... es de otro y es único. Una huella que se unió en mi recorrido... eso fue, eso es.

No hay alguien que vea lo que veo y me duele. Sin embargo, si hoy quedara ciega, sabría que la sensación cruza tiempos y fronteras, dejando tranquila a mi alma al saber que no estoy sola en cada respiro que doy.
¿Quien puede ver mi color?... es bellísimo, ¿saben?. Colores que cuesta llevarlos a palabras, ya que son... especiales: Nacen de una calidez rosa, que intenta brillar con luces mínimas de cuarzo entrelazándose en pasteles que navegan por las tonalidades del rosado a cremas, finalizando en blancos distintos. Así es, diversos blancos que, unidos, crean una pauta de música que se lleva a un color.

Tengo pena...
Escribo de colores, porque hoy he visto como caen los colores de mi planta. Es una pequeña, que me sonreía cada día. Sin embargo, y tal como mencioné, la percepción es más fuerte que el corriente 'ver'. La tristeza se siente. Ella lo sintió. Me pidió ayuda y no pude evitar verla con sus colores amargos y caídos. Lloro por una planta... me caen las lágrimas, porque lo tan trivial y mundano para muchos, es el aliento que necesito para vivir. La necesito y le tendí no sólo mi mano, sino todo lo que soy. Hoy hablamos y me puse firme con que debía salir de esta prueba de vida y botar aquello que le daña. Le pedí que no me dejara. Le dije que no estaría sola y que la necesito conmigo.

Me mira a cada momento...
Le cuesta sonreír, porque le duele...
Simula alegría...
Intenta vivir.

Sus colores volverán, porque me lo prometió.
Ella es fuerte... 'ella', mi planta, mi pequeña.

Lloro y vuelvo a llorar.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Ya, un recuento:


Tengo 25 años, es decir, he vivido 26 veranos, 26 otoños, 26 inviernos y 25 primaveras, por lo que a mis 8.895 días de vida (aproximadamente), sólo he podido dormir unas 67.200 horas siendo generosa en una cifra que, hoy por hoy, sería reducida drásticamente.

Quiero pensar que el arduo trabajo de pestañar (9.600 veces por día), es el causante de un dolor de cabeza que me ha dejado intranquila hace ya unos 9 días - 9 noches. Complicado es tener que darme cuenta del enorme gasto energético que provoco en mi organismo diariamente, siendo una buena terapia de relajación cerrar los ojos por un minuto y ahorrarme un ejercicio facial.

He notado hace 3 meses y 16 días, que los atardeceres se han vuelto sucios y opacos, salvandose sólo 12 tardes agradables de esos 107 amaneceres. También recuerdo que mis sueños, en un principio, fueron intranquilos y ligeros, logrando calmar los impulsos nerviosos después de una semana y media. Desde entonces, duermo en un estado casi profundo, despertando exclusivamente si algún 'Monster Inc' me molesta entre las 2:30 y 5:00 de la madrugada. Obviamente, evito darle mucha importancia y recurro a crear un castillo hecho de un plumón de plumas con una fortaleza de cubrecama de algodón. Admito que frío no paso, pero me falta idear un sistema de ventilación que me ayude a respirar mientras los 'otros' hacen de las suyas... y bueno, confieso que debo aguantar toda intención de baño para no sufrir un espanto indeseado y/o frío soberbio.

Además de todo lo dicho, agregar que los latidos de mi corazón aún conservan un ritmo de 118.080 por día y no una brutalidad cardiaca que puede dejarme con varios electrodos pegados a mi pecho para saber si continuo viva o no. Cuesta regular algo tan irrelevante para varios, pero significante para mi: poseo el corazón más dispuesto a entregar lo que es ser un humano y, a su vez, el más cobarde y sensible que hay. Es una extraña combinación de tejidos orgánicos con toques de magia que actúan acorde a la emoción más relevante que viva en su momento. Claramente, la mente es una cómplice ineludible e indiscutida de este pedazo ingrato de corazón.

En fin, creo que ya es hora de dormir. Necesitaba dedicarme un breve recuento antes de cerrar mis ojitos (ojazos)...

p.d: tengo sueño y nada de hambre, ¡qué dicha!.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Ocurre lo siguiente:


Me siento cansada y me gustaría dormir por mucho tiempo... descansar la mente y el espíritu.

Quisiera acurrucarme y no dejar de sentir ese calor de un abrazo.

Necesito escuchar un cuento como la excusa perfecta para botar mis penas...
Oír que todo pasa para algo, siempre de forma equilibrada como un efecto de causa.

No tuve la vista de un atardecer en una montaña, pero sí tengo el recuerdo de muchas hojas secas en el suelo y varias pisadas intencionales para escuchar el 'crunch' de ellas.
No vi la nieve de la montaña, pero sentí el frío del invierno, el viento en mi rostro y unas manos heladas.

¿cuánto falta para ver florecer?. Esta primavera me presento como candidata para un vestido con flores y cabello suelto. También añadiré una sonrisa y ojos grandes. Me excusaré, como es usual, del maquillaje y seré feliz con ver un amanecer en el mar.


miércoles, 8 de septiembre de 2010

Una fuga sin salida... para muchos


Me cuesta bien por donde empezar. Leyendo la entrada anterior, noté un conjunto de nebulosas, pero que en el fondo estaban orientadas a un propósito final que eran mis sueños. Supongo que 'vomitando' ideas se llegará a algo, ¡como suele suceder! (:

He defendido, un sin número de veces la idea de que las personas no son malas y sólo desvirtúan principios, valores o lo que sea 'éticamente' social-espiritual aceptable. Sin embargo, ¿hasta que punto el ser humano (que es un animal pensante y sorprendentemente estúpido) logra manejar los criterios emocionales de aquellos que lo rodean PARA un fin netamente de conveniencia personal?. En otras palabras, la falta de honestidad se mezcla sutilmente con verdades 'ocultas' para crear un escenario aparentemente sincero y emotivo, permitiendo así, cazar -en alguna medida- las mentes de quienes servirían para propósitos propios, egoístas y de una madurez que deja mucho que desear.

Me duele la mentira, pero me duele aún más el engaño sutil que es manejado con las palabras... esa carencia de sinceridad que trata de ser justificada en base a sentimientos buenos y reales. Con esto, trato de entender que las personas que logran crear estas 'distracciones' maquiavélicas con los demás, son astutas e inteligentes, pero con un grado altísimo de imbecilidad que sale a flote en el minuto que un descuido propio, es capaz de destruirles el mundo que han tratado de forjar en base a un cruce de redes de información (verdades a medias), es decir, verdades que son reales en la medida que se expresa a quien se desea 'engatusar', pero que toma un giro drástico de engaño cuando la mente-cuerpo y palabras son destinadas a otra persona.
Me duele la mentira... me daña inmensamente la falta de honestidad y más que todo, me entristece saber que lucho segundo a segundo por no tener el sentimiento más despreciable que hay... el odio.

El amor se cultiva.

Los actos se vuelven un reflejo del pensamiento.

Las excusas no existen.

La decepción se vuelve tristeza.

El duelo se vive.

Los engaños se convierten en reflexiones extensas para perdonar.

Las palabras toman rumbos afilados y desgarradores cuando son utilizadas equívocamente.

La sinceridad es muestra de consecuencia emocional-pensante.

La verdad a media es la mentira encubierta y que se delata cuando el acto se hace presente.

El odio es un paso natural y necesario para olvidar, pero que después de su estadía, debe salir.

Todo esta equilibrado y quien salga de la balanza, aprende de esa lección... o vive en la equivocación eternamente.

Esta es una sola vida y depende de nosotros qué cualidad espiritual-mental deseamos tener para elevarnos: es una oportunidad o simplemente se transforma en caídas continuas por la falta de preparación... lecciones de vida que merecen ser reforzadas en el tiempo necesario no cualificado-cuantificado del que somos meros títeres.

Todo pasa para algo... todo es y será perfectamente atraído a nosotros: cada acto, cada hecho, cada pensamiento.