lunes, 14 de septiembre de 2009

el arte de mirar, capturar y disfrutar


Pensando en alguna entrada interesante y significativa para mi, empecé inconcientemente a hacer otras cosas... comencé a jugar con mi cámara. Me entretuve, sus buenos minutos, en modificar algunos colores, nitidez de la imagen y elección de la mejor foto. En esa entretención, supe que el tema era hablar acerca de la fotografía... de las imágenes... un gran tema.

Las últimas décadas del siglo XIX marcan el comienzo de una nueva era. Una era que se desarrolla en un contexto creciente en la tecnificación de los procesos productivos, en la cual aparecen movimientos como el Modernismo, que se desarrolla entre la introducción del motor eléctrico y la invención de la fotografía. Esta situación, en el campo de las comunicaciones, facilita una vertiginosa expansión de la producción y consumo de información. Es un arte que que se plasma en un papel y pasa a ser un excelente instrumento de documentación: es memoria y es visualización; es crónica, es reflejo de situaciones humanas y en ocasiones es poesía, luz y color, es mensaje expresivo e interpretativo.
También el gran avance tecnológico del fin de siglo XX, alcanzó e hizo evolucionar aún más esta invención, con la realización de imágenes digitales a partir de cámaras diseñadas para computadoras, sin película y que envían directamente la fotografía a los ordenadores, a cd y a internet, así como a todas sus aplicaciones derivadas.

En unas breves y simples líneas, toda cámara ( desde el modelo de bolsillo más simplificado hasta la más complicada reflex de un solo objetivo ), es básicamente un aparato hermético con un trozo de película en el fondo y un agujero enfrente para permitir la entrada de la luz. La luz, es enfocada hasta la película por un objetivo, formando una imagen de lo que está delante de la cámara. La cantidad de luz que entra en la cámara está controlada por el tamaño del agujero y la duración del tiempo en que permanece abierto. Todo lo que se añada a esta cámara básica la hará más versátil, pero no es esencial.

A partir de la fotografía, las características perceptivas experimentan una tendencia sensorial de la vista: "el ojo es más rápido captando que la mano dibujando". Desde ese momento, estamos en presencia de nuevos intereses y con paisajes superpoblados de imágenes ( todas ellas reproducibles, comercializables, virtuales, retóricas y fragmentarias ).

La mirada fotográfica, nos da la sensación que podemos atrapar el mundo entero en nuestras cabezas: un conjunto de técnicas y detalles específicos han sido creados para la captura del instante que nuestra vista se entrelaza con una escena en particular.
De todas formas, hay que considerar que en este proceso de significación hay algún grado de reducción, ya sea en aspectos de proporción, perspectiva, color, como en otros referentes al "corte" de espacio y tiempo inherentes al momento mismo del encuadre y obturación. Sin embargo, pese a esto, para pasar de lo real a la fotografía, no es necesario segmentar esa realidad en unidades diferentes del objeto cuya lectura proponen. Esto es, que la fotografía se suma a un tratamiento de la imagen por parte del creador y cuyo significado, ya sea estético o ideológico, remite una cierta cultura de la sociedad que recibe el mensaje.

La introducción total y absoluta de las imágenes fotográficas, en todas las áreas de la vida social y cultural, implica también la noción de que las imágenes no existen de forma autónoma, sino que relacionadas con todas las demás. Las imágenes fotográficas pertenecen a un entorno denso de imágenes producidas masivamente, objetos simbólicos, espectáculo y signos. Dentro de este entorno, la imagen fotográfica gana su significado por un flujo constante de entradas creativas, audaces, instantáneas y otras simplemente predispuestas a un momento. Logran así, un significado propio entre las imágenes infinitas que capta el ser humano...



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